
“¡Uuuuuff… llaman a la puerta! ¿Quién será a las nueve de la mañana?” Decido continuar acostado a ver si desisten de oprimir constantemente ese incordiador pulsador, pero nada: dale que dale, así que me reclino y realizo la transición a mi inseparable “Ruedinas” y me dirijo a la puerta mientras no deja de sonar el maldito ruidito. Abro y ante mi veo un chico muy joven, muy repeinado y con un bonito traje gris; él me mira con cierto asombro posiblemente por verme en la silla y quizás entendiendo que llegar hasta la puerta habría sido una labor un tanto farragosa para mi, y más encontrándome acostado. Pregunta por Nazario Abascal, le contesto que soy yo y me dice con voz temblorosa que me trae una oferta estupenda para pagar menos en el recibo de la luz, me quedo unos instantes mirándole a los ojos con una mezcla de cansancio y furia asesina de lo cual atisbo que él se percata pues palidece y traga saliva y esboza una tímida sonrisa pecadora. Intento serenarme tomo una bocanada de aire y opto por decirle para poder quitármelo de en medio rápida y civilizadamente, que soy subdirector de una empresa eléctrica de la competencia ante lo cual él no sabe cómo reaccionar y me pide disculpas, abandonando la puerta de mi domicilio apresuradamente, sin más dilación.