El Siglo de las Luces alumbró una de las obras de ingeniería hidráulica más importantes de mediados del XVIII, el Canal de Castilla, erigido en un entorno que ya el poeta Antonio Machado definió como una tierra “mística y guerrera, humilde y braza, la del desdén y de la fuerza”.
El Canal de Castilla, iniciado en el Siglo se divide en tres tramos. El Ramal Norte pasa por Herrera de Pisuerga (Palencia), donde deja imágenes interesantes.
Uno de los ministros
más influyentes de Fernando VI, el Marqués de la Ensenada, aprovechó su
poder en la corte para dar luz verde a este proyecto, inspirado en los
trabajos del ingeniero francés Carlos Lemaur, quien trabajaría más tarde
en el proyecto de la mano del gran Antonio de Ulloa, diseñador de los
planos.
207 kilómetros
Historia, arte y naturaleza se combinan
en esta joya de la arquitectura hidráulica de 207 kilómetros dispuesta
en tres ramales Norte, Sur y de Campos-, y que se concibió para
solventar los problemas que enfrentaba Castilla a la hora de establecer
líneas de comercio con los puertos del norte y las colonias de ultramar.
Los trabajadores que participaron en
las obras eran sobre todo reos y labriegos y, al ser una obra tan
ambiciosa, el Canal de Castilla se encontró con muchos impedimentos para
su consecución y en más de una ocasión estuvo parado, en parte por las
siempre famélicas arcas públicas.
El Canal de Castilla atraviesa
provincias como Burgos, Palencia y Valladolid y está flanqueado por el
característico paisaje gótico castellano de llanuras quedas y solitarias
salpicadas por chopos, encinas y robles, y que configuran un panorama
único a orillas de los ríos Pisuerga y Carrión, que discurren en el
Ramal Norte.
El Ramal Norte, arteria original
El Ramal Norte se puede considerar como
la arteria originaria del canal y en torno a él surgieron poblaciones
enteras, como Alar del Rey (Palencia), que fue en sus inicios un
campamento donde descansaban los trabajadores procedentes de distintos
lugares para trabajar en el proyecto, que se prolongaría durante más de
90 años.
Este tramo del canal posee un recorrido
de 75 kilómetros y asombra al viajero con elementos históricos tan
llamativos como sus 24 esclusas ovaladas, dispuestas para salvar el gran
desnivel del terreno, y los numerosos almacenes que guardaban el trigo y
otros productos agrarios típicos de la zona.
El arte impregna este recorrido que el
visitante puede realizar a pie, a caballo o en bici, en una ruta verde
que discurre paralela a las aguas mansas que actualmente cumplen
funciones de regadío y en torno a la cual se disponen, además, saltos
eléctricos, herrerías, batanes, molinos y harineras.
Antiguo camino de sirga
Esta senda transitable fue en su día un
antiguo camino de sirga por el que discurrían las mulas que tiraban de
las barcazas que circulaban por el canal; en efecto, ésta era la
peculiar forma de mover las embarcaciones.
Los que ya han pasado por el canal
consideran imprescindible la visita del acueducto de Abánades, en Melgar
de Fernamental (Burgos), que destaca por sus cinco arcadas, sus piedras
de sillería y por ser una de las construcciones más grandiosas
realizadas en el seno de esta obra ilustrada de ingeniería civil.
El conjunto de cuatro esclusas que se
aprecia en Frómista (Palencia), localidad que alberga la iglesia
románica de San Martín, conforma otro de los atractivos del Ramal Norte,
que parte de Alar del Rey y muere en Calahorra de Ribas, no sin antes
dejar su peculiar huella por municipios como Herrera de Pisuerga, donde
se ubica una presa que se puede recorrer en barco durante el verano.
A la altura de Boadilla del Camino
(Palencia) confluye la ruta de la Fe, el Camino de Santiago, con la ruta
de la razón, El Canal de Castilla, de tal manera que peregrinos y
‘canaleros’ se encuentran para compartir experiencias y algún que otro
refrigerio.
Una gran variedad de aves, como garzas y
aguiluchos, velan el discurrir del canal desde el cielo y ya en tierra
sus orillas están custodiadas por tritones, ranas, patos y nutrias.
En el interior de sus aguas, barbos,
bogas, carpas y otros peces endémicos de la Península Ibérica habitan
los humedales que han dotado al canal de un ecosistema único y protegido
con mimo por las instituciones debido a su interés turístico y
medioambiental.
El canal ha inspirado libros en los que
se combinan historia y literatura, como la obra del escritor palentino
Asier Aparicio, Barcos en la Llanura, que relata las vicisitudes de un
marino en el siglo XVIII cuya vida está ligada a la construcción del
canal.
Fuente: EFE Verde
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