lunes, 24 de noviembre de 2014

Claveles (Acrilico 32 x 23)

De mis cabras guardar, volvía al cortijo
saltando entre peñas y matojos,
cuando a mi moza ví, me llamó y dijo.
Que del amo de la hacienda vino el hijo
y ella quería lucir claveles rojos.

Al monte me volví como a la guerra,
con valentía, ceguedad y arrojo.
porque al pasar con mis cabras y mi perra,
ví en lo alto de la sierra
una gran mata de claveles rojos.

Pero al llegar a lo alto de la sierra
y entre las matas de una gran chumbera
ví que la madre clavelera,
lloraba por sus hijos, los claveles rojos.
Sus hijos le robaron: ¿Quién sería?...



Y al cortijo volví lleno de enojo
triste porque llevar no podía
lo que mi moza amorosa me pedía.
¿En donde encontraré claveles rojos...?

De pronto me acordé que allá en la Ermita
los mozos del cortijo " Los Hinojos"
llevaron a la Virgen "La Ciervita"
unos ramos de rosas, margaritas, pensamientos y claveles rojos.

A la Ermita llegué casi reventado,
fatigado, mal herido y cojo,
en mis manos tomé el manojo amado
y al cortijo volví ya consolado
porque al fin encontré claveles rojos.

Corriendo iba como un galgo,
como un gamo saltando los rastrojos.
En el camino me encontré a mi amo
Y me dijo: "Zagal, véndeme el ramo".

Cómo venderle los claveles rojos?
Me lo perdona mi amo, hube de decirle.
Pero... fatigado, mal herido y cojo
quedó este pobre cabrerillo humilde,
para poder llevar a su Matilde
este ramillo de claveles rojos.

-¿"Para tu Matilde has dicho? ¡Anda y retoza!,
que si por ella te quedaste cojo,
ve a curarte a tu escondida choza,
Porque... óyelo bien: Sólo a esa moza
he de llevarle yo claveles rojos".

El señorito me clavó los ojos.
se tiró para mí como una bala
y con la fuerza que el talador tala
me deshojó el ramo de claveles rojos.

Al cortijo me volví, salté tres bancos,
preñados de lágrimas iban mis ojos
Allí ví una mata de claveles blancos,
los tomé y me los llevé al campo
a transformarlos en claveles rojos.

De ideas malas llevaba un enjambre.
Al ver al amo una nube me cegó los ojos,
mí cuchillo en su pecho hundí con hambre;
los claveles blancos empapé en su sangre,
y a mi moza le llevé... claveles rojos.


                             
Náyade García.

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