No existe el aire ya, las lejanías
están aquí, al alcance de la mano,
evidente es el mundo, y tan cercano
He aquí la densidad que apetecías.
La luz se cierne en mineralogías
tan de ardiente osatura y primer plano,
que me brota este grito sobrehumano:
Gloria al bramar de las montañas mías.
Es el viento que encrespa sus bisontes,
que en bravo alarde de torsión y ultraje
lomos restalla de olas y de montes.
El viento que me empapa de paisaje.
Sur, viento sur, enrólame en tu viaje
y ráptame en tus brazos de horizontes.
Gerardo Diego
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